
Desde hace unos años cultivo cactus...
Comencé con uno pequeñito de esos que vienen en minúsculas macetitas con piedritas de colores... era la única planta que podía vivir en un departamento sin balcón y escaso de luz... y cuya dueña salía a trabajar todo el día y se olvidaba literalmente de regar...
Cuando me mudé a la casa donde ahora vivo encontré en la calle unos cactus grandes, hermosos, de una poda... corté algunos con un cuchillo sosteniéndolos con el pie, sus espinas eran tan grandes que una me traspasó la zapatilla...
Desde ese entonces pasaron más de 20 años... y en esos años mis pequeñitos tuvieron hijos y los grandes rompieron las macetas y hecharon raíces en la tierra haciéndose casi árboles...

Contando todos sus hijos tengo casi 200 ejemplares, la mayoría pequeños...
Llevan su cuidado también... cada tanto hay que renovarles las macetas, cambiar las piedras, demalezar los yuyos, separar los hijos y plantar en nuevas macetas...
Jamás uso guantes... los trato con cuidado y ellos me devuelven el mismo trato...
Me gustaba hacer ese trabajo los domingos mientras se preparaba el asado al solcito del mediodía de inverno...
Hace tiempo que ya no hay asados... ya casi ni salgo al jardín más que para colgar la ropa... todo está descuidado... las macetas se llenaron de malezas...

No sé si será casualidad debido al clima externo o al clima interno dentro de mí pero este año apenas si florecieron algunas especies... tampoco lo hicieron las orquideas silvestres... y daban flores tan bonitas
Hace como quince días me decidí a quitar las malezas de mis cactus... en una de las macetas había crecido un yuyo que ya daba flor... no pude quitarlo de un simple tirón, se ve que ya se había aquerenciado...
Así que tomé la maceta entre mis pies descalzos para poder sostenerla y tirar con las dos manos del yuyo para por fin quitarlo...
No me di cuenta pero al parecer me clavé varias espinas... que unos días después hicieron que mi dedo gordo se pusiera aún más gordo... no estaban a la vista pero dolían mucho...
Una semana de antibióticos, baños de agua tibia y sal... y nada... no salía... y cada vez dolía mas....

No me podía calzar más que ojotas y el otoño comenzó a traer los primeros fríos...
Tenía programado un viaje de cuatro días a la costa pero no había zapato que no me causara un terrible dolor, hasta las zapatillas me dolían....
Me perdí el viaje... me quedé sola los cuatro días encerrada con el pie hinchado poniéndome crema y mucho dolor... no soportaba ni el roce de una media...
El domingo por la mañana, cansada ya y muerta de frío decidí terminar con lo que me causaba dolor...
Tomé una fina aguja, la calenté en el fuego de la hornalla y por las dudas para que quedara bien desinfectada la bañé con un chorro de alcohol... y comencé a pinchar buscando la espina... el dolor era tremendo... y no soy quejosa... pero era muy fuerte...
No voy a relatar todo lo que saqué de ese agujero porque sería desagradable... sólo voy a decir que encontré varias espinas pero una... esa era la peor... la más fina pero la más larga y punzante... estaba clavada bien profundo...
Quitar las espinas me produjo dolor...
Quitar las espinas me dejó varias heridas, una bastante profunda...
Quitar las espinas es lo mejor que pude hacer...
Hoy me pude poner medias, zapatos cerrados y salir a caminar...
Mientras más profundas se clavan las espinas, más duelen...
Mientras más profundas se clavan las espinas, más rápido hay que sacarlas...
Reina