Bee no volvió…
Es una noche eterna…
Sólo pienso en él… cómo estará…
Cómo quisiera abrazarlo…
Hace tanto frío…!
Ya no me quedan lágrimas para llorar…
Con el tiempo mis ojos se acostumbraron a la oscuridad…
Aunque sólo se ve el charco de la muerte… todo lo demás es negro…
Creo que es a propósito…
Intentan tentarme a cruzar… al fin son demonios……!!!
Nadie vendrá a buscarme…
Tampoco él…
Quizás la espera sólo tenga el sentido del olvido...
No quiero subir si él no está…
Sólo me queda cruzar y abrir la puerta…
He vuelto a bajar hasta el borde…
Se ven reflejadas las estrellas en el charco desde aquí… aunque si miro arriba todo está oscuro… no es más que una ilusión…
La tentación de tocar el agua es más fuerte a medida que pasan los días…
Terminaría con este dolor…
Terminaría rápidamente con éste intenso dolor…
A la muerte quizás la acompañe también el olvido…
Si quito mis zapatos será aún más rápido quizás…
Los cinco puntos vuelven a dolerme… nunca supe si me mordió un ángel o un demonio…
Los ojos me duelen de tanto llorar…
El corazón me duele de tanto extrañarlo…
Los cinco puntos ahora también arden…
Es hora de entrar… mis pies se deslizarán lentamente y ya no habrá retorno...
La muerte llegará en un tris…
Sin más dolor…
Sin más espera…
Imagen: Milky Way Over Ancient Ghost Panel
de Astronomy Picture of the Day Archive
Nada se pierde todo se transforma. La muerte es el fin de un ciclo. Luego solo se puede empezar.
ResponderEliminarEsto raya con los relatos de terror, pero no llega a serlo, porque hay una pena inmensa que lo tiñe de otro color.
ResponderEliminarComo la antesala de un suicidio, ante la falta de opción.
Está genialmente llevada esta historia, Reina.
Las dobles lecturas son para enmarcar.
Beso grande
SIL
Lola... algo termina... algo empieza... siempre es así...
ResponderEliminarUn beso
Sil... es la tentación diabólica...
ResponderEliminarMe alegro que te guste cómo va...
Un beso